lunes, 31 de octubre de 2016

Mi amante, el otoño

No es que la vida sea de otra forma o que el horizonte vaya a desperezarse de su magia por momentos… es que el frescor que enfría los termómetros, saca mis colores de nuevo hacia el invierno.
Y su descarada nostalgia nos mantiene a sus pies llenos de hojas, mientras nos hace soñar con el dulce verano y temer el misterioso invierno.
A mí el otoño me robó el corazón cuando decidió enamorarme con los ocres y naranjas de sus setas y calabazas. Y juega conmigo cada vez que al hablar se empeña en sacar de mis labios un vapor cálido, para besar sus dedos de niebla helada.
El otoño me despierta por las mañanas con su guiño curioso, me guía sin engaños por  tapices de hojarascas y me despide cada noche en nubes de añoranza, riéndose de esa eñe que conserva en su nombre y siempre guarda.
Me traspasa el corazón y me enamora cada año, como un amante fiel y descarado y me hace jugar a su juego de adivinanzas en tardes largas, salpicando con sombras rojizas y amarillas los brillos tamizados de sus majestuosas capas.

Y yo me encuentro respirándole en cada parque, y bailando sobre su alfombra dorada, en cualquier acera, en cualquier calzada.