Hay un mar de
agua salada
para alcanzar la
gloria o el infierno.
Sólo un mar,
unas gotas de agua,
y una vida nueva, terrenal o eterna.
Pero es un mar
cada vez más amargo,
cada vez más
profundo,
cada vez más
callado.
Se va llenando
de lágrimas,
desesperación y
de tragedia,
de quienes no
alcanzan la orilla,
y se hunden
buscando las estrellas.
Aylán, no
llores.
A ti te recogió
una sirena,
Y dentro del
mar,
tu sonrisa
navega,
tu alma juega
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