HOMBRE DEL VIENTO
El aroma del mar hincha tus pulmones,
los extiende a propósito, los respira
y se embriagan de sal y hierba y lejanía.
Hace tiempo que respiras fuera de tu cuerpo
agujereado y suelto, transparente y hueco.
Las gotas de agua perforan tu hierro,
mastican tu piedra y encogen tu seno.
Vendiste tu sangre por sentir sus besos
de novia amable y alma de hueso
y tu condena ha sido plantarle por siempre
cara y pecho, al mar y al viento,
azotado sin piedad ante la ira de Eolo
expuesto y valiente silbando su sal.
Quedaste expuesto sin corazón ni vida,
para siempre vivo y muerto.
Solo los poetas que navegan en versos
sienten la humedad de tus cuencos
como gotas de lluvia como dardos certeros.